Hoy es el aniversario de la crucifixión de Jesús, uno de los tres eventos centrales del cristianismo. Cualquiera que haya crecido como cristiano está íntimamente familiarizado con la imagen de Cristo muriendo en la cruz. La Pascua, por supuesto, representa la resurrección y el triunfo de la vida sobre la muerte, del espíritu sobre el cuerpo.

Hay muchos aspectos de estos eventos, pero quiero hablar de uno en particular que es esencial para el progreso espiritual: la profunda entrega de la voluntad individual (ego) a la voluntad divina. En medio del drama del arresto, el juicio, la crucifixión y la resurrección, es fácil pasar por alto esta enseñanza atemporal, pero el verdadero progreso espiritual es imposible sin la auto-ofrenda.

La Biblia nos dice que Jesús fue traicionado por su discípulo Judas. Jesús, siendo omnisciente, sabía lo que vendría. Él oró: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres”. Cuando los soldados vinieron a arrestarlo, Jesús dijo: “¿Piensas que ahora no puedo orar a mi Padre y que pronto me dará más de doce legiones de ángeles?”

Aquí hay una lección profunda para todos nosotros. No importa lo que nos venga, bueno o malo, debemos ofrecernos voluntariamente a la voluntad de Dios. En el caso de Jesús, esta entrega le permitió aliviar el karma del mundo entero y especialmente de sus discípulos cercanos. Nuestras vidas pueden ser menos dramáticas y trascendentales, pero rendirnos a la voluntad de Dios es la mejor manera de neutralizar el karma que nos mantiene atados al engaño. Todos los grandes maestros demuestran la aceptación de la voluntad de Dios. Aquí hay dos fascinantes ejemplos.

Una vez, Lahiri Mahasaya, regresando de un baño en el Ganges con un discípulo, le pidió que arrancara una tira de tela de su dhoti. El discípulo confundido no prestó atención a la petición de su maestro. Aproximadamente una cuadra más tarde, un ladrillo cayó de un techo y golpeó a Lahiri en el pie, provocando un corte que sangró profusamente. Lahiri tranquilamente arrancó un trozo de tela de su propia túnica y se vendó el pie. El devoto asombrado preguntó: “Si sabías que eso iba a suceder, ¿por qué no lo evitaste simplemente?”

Lahiri respondió: “El karma tenía que ocurrir y si hubiera evitado esto, habría tenido que volver más tarde en una forma aún más fuerte”. Una enseñanza sabia para nosotros cuando estamos dando vueltas tratando de escapar de una lección kármica.

Paramhansa Yogananda tenía muchas responsabilidades organizativas a pesar de que anhelaba pasar más tiempo en completa comunión con Dios. Una vez rezó a la Divina Madre para que se le liberara de todas esas onerosas tareas. Su respuesta es a la vez humorística e instructiva. Escuchó Su voz diciendo: “Tengo que cuidar de todo el universo. ¿No puedes cuidar de un pequeño rincón por mí? ” ¿Qué más podía hacer sino arremangarse y volver al trabajo?

Entonces, para encontrar la máxima satisfacción, todos debemos sintonizar nuestra voluntad individual con la voluntad de Dios. Si Jesús hubiera tratado de evitar la cruz, podría haber tenido un final más feliz para su historia personal, pero no habría habido crucifixión, ni resurrección y muy probablemente, no habría cristianismo.

Rindiéndome a su voluntad,

Nayaswami Jyotish