7 de Abril de 2023
Recientemente, una amiga escribió preguntando: “¿Cómo puedo ayudar a los miembros de la familia que están pasando por un momento difícil o que tienen una relación amarga entre ellos, sin que la situación los afecte personalmente? ¿Cómo se sabe cuándo intervenir y apoyar, y cuándo ser un observador y enviar apoyo desde la distancia?”.
Todos nos hemos enfrentado a este dilema de una forma u otra. Con el permiso de mi amiga, compartiré con ustedes algunos pensamientos que le ofrecí sobre el arte de ayudar a los demás sin ser afectado por sus problemas.
1) TRATA DE MEDITAR ANTES DE HABLAR CON ELLOS. Uno de los frutos de la meditación es la capacidad de despegarte de los acontecimientos que te rodean y mantener un estado de equilibrio interior en todas las circunstancias. Esto no es nada fácil, pero necesita ser cultivado continuamente con energía y determinación. Durante tu meditación antes de reunirte con
ellos, visualízalos rodeados de la luz y el amor de Dios.
2) ACEPTA A LAS PERSONAS COMO SON, al mismo tiempo que se relacionan con su propia naturaleza superior. Si las personas se sienten aceptadas, les da espacio para autocorregir los comportamientos que les causan infelicidad. Mientras te reúnes con ellos, ora y vélos descansando en su verdadero ser: amor y sabiduría divinos. La aceptación incondicional es lo que Dios ofrece a todos Sus hijos. Trata de ser un canal de esto para los demás.
3) NO DES CONSEJOS DIRECTOS A MENOS QUE TE LOS PIDAN; más bien, escucha atentamente para que se sientan abiertos a compartir contigo. A menudo, un oído abierto es todo lo que la gente realmente busca. Puedes pedirle a Dios interiormente que los guíe desde dentro de ellos mismos. Si te piden un consejo, preséntaselo de una manera positiva y sin prejuicios. Un hermoso pasaje del Maestro al respecto es: “Soy el servidor dispuesto a servir a todas las mentes necesitadas con mi consejo sencillo, con mis dones de verdad curativa y con mi sabiduría humilde reunida en el santuario del silencio”.
4) SI SIENTES QUE TE INVOLUCRAS CON LA NEGATIVIDAD, DESAPÉGATE RÁPIDA Y CONSCIENTEMENTE. Estate atento a tus propias reacciones y esfuérzate interiormente por permanecer centrado. Sin parecer retraído, mantén tu mente en el ojo espiritual. También puedes practicar tranquilamente la respiración regular: inhalar, contener la respiración y exhalar al mismo
tiempo. Yoganandaji escribió: “Cuando me asalte el miedo, la ira o cualquier tipo de sufrimiento, lo veré como un espectador. Me separaré de mis experiencias. Me esforzaré a toda costa por mantener mi paz y felicidad”.
5) SIEMPRE ENVÍA AMOR. NO RETENGAS ESTO SIN IMPORTAR CUÁN DIFICIL SEA LA SITUACIÓN. Una vez, un amigo nuestro trabajaba como médico en una sala de emergencias. Una noche, la policía trajo a un vagabundo borracho que se había caído y se había roto el brazo. Estaba gritando, tanto de dolor como de miedo, y se necesitaron dos policías para sujetarlo. Para su asombro, nuestro amigo les dijo a los policías que salieran de la sala de tratamiento, que el podía manejarlo solo. Rodeándolo de amor, nuestro amigo logró que el hombre se calmara para que el pudiera colocarle el brazo. Después el pobre hombre lo miró suplicante con los ojos llenos de años de
soledad y necesidad, y le preguntó: “¿Quieres ser mi médico?” Sintió el amor de el rodeándolo, un sentimiento que no conocía desde hacía mucho tiempo. La curación puede tener lugar en muchos niveles. Al expresar amor y perdón, no sÓlo podemos ayudar a los demás, sino que también podemos permanecer animados.
6) FINALMENTE, OFRÉCELOS A DIOS PARA SU AYUDA. Recuerda que Dios siempre se encarga de guiar a cada alma a la libertad interior. Todos estamos en un viaje para encontrar la verdad de quiénes y qué somos realmente. Ofrece una mano amiga a los demás, cuando puedas, pero recuerda que, en última instancia, la verdadera felicidad y la libertad llegan cuando permitimos que Dios guíe nuestra vida.
Terminaré con estas palabras del Maestro: “Seré un pescador de almas. Atraparé la ignorancia de los demás en la red de mi sabiduría y la ofreceré para su transmutación al Dios de todos los dioses”.
Con amorosa amistad,
Nayaswami Devi
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