2 de Junio de 2023

Un granjero estaba completamente inmóvil en medio del trigo que el viento soplaba en su campo, sumido en sus pensamientos. Su mujer se acercó corriendo, llena de dolor, llorando porque una cobra acababa de matar a su único hijo. Como su marido no respondía, le espetó: “¡No tienes corazón!”.

“Perdóname, pero no lo entiendes”, replicó el granjero. “Anoche soñé que era un rey con siete hijos, que morían mordidos por cobras. Ahora me pregunto si debo llorar por mis siete hijos muertos en aquel sueño, o por mi único hijo que ha muerto en este sueño que estamos soñando ahora.”

Las experiencias de nuestra vida, con todas sus alegrías y penas, nos hipnotizan con la sensación de su innegable realidad. Sin embargo, en verdad, todo es sólo un pensamiento en la mente de Dios. Paramhansa Yogananda (que relató la historia anterior) lo explica de esta manera: “Este mundo te parece real sólo porque Dios te soñó junto con Su sueño cósmico. Tú formas parte de Su sueño. Si por la noche, sueñas que te golpeas la cabeza contra una pared, puede que sientas un dolor imaginario en la cabeza. Sin embargo, en el momento en que te despiertas, te das cuenta de que no había ninguna pared que pudiera hacerte daño. El dolor que sentías estaba en tu mente, pero no en tu cabeza.

“Lo mismo ocurre con este sueño que estás soñando ahora. Despierta a la única Realidad, Dios, y verás que esta vida terrenal es sólo un espectáculo. No es más que sombras y luz”.

Cuando era estudiante de secundaria, tuve la suerte de tener una sabia profesora, la señora Gottlieb, para una clase de literatura inglesa. Durante el segundo semestre, después de conocernos mejor, hizo algo extraordinario. Cada uno de los treinta alumnos de la clase recibimos una lista de libros de lectura única para nuestro crecimiento y disfrute individual. Nos encantaba comparar las listas de los demás e intentar descubrir el mensaje que cada libro contenía para nosotros.

En cierto modo, esto refleja la afirmación del Maestro de que todas las experiencias de la vida son para nuestra “educación y entretenimiento”. Dios sueña un sueño particular para cada uno de nosotros, y organiza los acontecimientos de la vida para nuestro beneficio. Aunque a menudo es difícil verlo en medio del sufrimiento, Su único motivo es el más profundo amor y preocupación por nuestro bienestar y crecimiento.

Cuando nos quedamos atrapados en el placer o el dolor de la vida, es bueno recordar que en realidad no estamos a cargo de nuestras circunstancias. Sólo desempeñamos nuestro papel en el sueño de Dios, ya sea de éxito o de fracaso, de salud o de enfermedad, de amor o de rechazo. Con compasión y sabiduría, Dios nos da los papeles que debemos desempeñar, perfectamente diseñados para lo que necesitamos aprender en esta vida.

Así que trata de liberarte de la ansiedad por lo que ha sucedido en el pasado, por las decisiones que tienes que tomar ahora y por lo que te depara el futuro. Deja que Dios se haga cargo de tu vida, porque, de hecho, ya lo ha hecho. Intenta ver, en cada persona y en cada acontecimiento de tu vida, al Soñador detrás del sueño. Detrás de las luces y sombras de la vida sólo hay una realidad: la alegría de Dios.

Terminaré con una selección de uno de los poemas más bellos del Maestro, “Cuando sólo soy un sueño”:

He venido a contarte todo acerca de Él,
Y de la manera de apricionarlo en tu corazón,
Y de la disciplina que trae Su gracia. . . .
Y sin embargo, cuando sea sólo un sueño para ti
Vendré a recordarte que tú también eres
solamente un sueño de mi Amado Celestial;
Y cuando sepas que eres un sueño,
como yo lo sé ahora,
Estaremos siempre despiertos en Él.

Con amor y alegría,
Nayaswami Devi