27 de Enero de 2023

Cualquiera que haya intentado tener una práctica regular de meditación sabe que no es nada fácil. Crear tiempo en medio de las exigencias diarias, dejar atrás preocupaciones y afanes, ser entusiasta cada día: todos estos y más son desafíos que todos enfrentamos.
Lo que me gustaría hacer es guiarte a través de un proceso de tres pasos que puede ayudarte a encontrar un enfoque, energía y entusiasmo renovados para la meditación.

Paso uno: antes de sentarte a meditar, toma conciencia de los pensamientos y sentimientos
que pasan por tu mente.
Problema: ¿Te sientes apurado y pensando: “Terminaré con esto rápidamente”?
Solución: Decide cuánto tiempo tienes y estate completamente presente en cada momento.
Problema: ¿Tu cuerpo se siente tenso?
Solución: intenta hacer algunos pranayamas o algunas asanas de yoga.
Problema: ¿Te sientes desanimado o que nunca podrás meditar profundamente?
Solución: Este sentimiento de fracaso probablemente esté presente en todos los que se dedican a la meditación. En el Bhagavad Gita, Krishna le dice a Arjuna: “Pero si no puedes pensar en Mí, entonces dame tu intención”. Comienza cada meditación con el pensamiento:
“Hoy te doy el mejor esfuerzo del que soy capaz”. No mires hacia atrás ni hacia adelante, sólo ofrécele a Dios tu intención de dar lo mejor de ti hoy.

Paso dos: Al comenzar a meditar, lleva inmediatamente toda tu energía enfocada al ojo
espiritual.
Problema: ¿Tu mente vuelve rápidamente a las actividades y problemas diarios?
Solución: Comienza repitiendo o cantando con concentración las palabras del poema del Maestro, “Samadhi”: “De la alegría vine, por la alegría vivo, en la alegría sagrada me derrito”.
Problema: ¿Encuentras que cuando haces un esfuerzo intenso tu cuerpo se pone tenso?
Solución: Sé consciente de dónde estás manteniendo la tensión, luego inhala, tensa y relaja conscientemente esas partes del cuerpo.
Problema: ¿Tienes el pensamiento subconsciente de que nunca lograrás tus objetivos de meditación?
Solución: No busques resultados; recuerda, simplemente, que este es tu tiempo con Dios. En su libro Secretos de la meditación, Swami Kriyananda escribe: “El secreto de la meditación es orar con fe profunda, no como alguien ajeno al cielo, sino como alguien cuyo verdadero y eterno hogar es el cielo”.

También escribe: “El secreto de la meditación es afirmar que ya eres esas altas verdades a las que aspiras: paz interior, amor divino y alegría perfecta”. Trata de sentir que todo lo que buscas ya está dentro de ti.

Paso tres: Después de terminar la meditación, a lo largo del día trata de aferrarte a los sentimientos de paz que experimentaste.
Problema: ¿Te lanzas a las actividades tan pronto como terminas la meditación?
Solución: construye un puente entre la meditación y la actividad. Realiza conscientemente actividades sencillas, como tender la cama, durante las cuales mantengas la mente tranquila y centrada.
Problema: A medida que surgen desafíos durante el día, ¿caes en emociones y reacciones negativas?
Solución: Manten la paz de la meditación como un punto de referencia constante a lo largo del día. Si sientes que te estás agitando, trata inmediatamente de dirigir tu energía al ojo espiritual hasta que sientas que la calma se restablece. También puedes traer a la mente nuevamente las palabras del Maestro: “De la alegría vine, para la alegría vivo, en la alegría sagrada me derrito”.

Mientras caminamos por el camino espiritual, es difícil ver cambios en nosotros mismos, pero eso no significa que no estemos creciendo. Una vez, Swamiji estaba discutiendo el progreso que habían hecho varios miembros de Ananda. Casi sin darme cuenta de lo que estaba diciendo, solté: No veo que haya cambiado tanto.

Con gran intensidad, dijo: “¿Cómo puedes decir eso? Eres una persona completamente diferente a cuando viniste. Esto es cierto para cualquiera que sinceramente haga todo lo posible por meditar y seguir el camino espiritual.

Meditemos con alegría, vivamos con alegría y esperemos ansiosamente el día en que nos derretiremos de alegría una vez más. Y en nuestro amor a Dios, ofrecerle los frutos de nuestro esfuerzo.

Con alegría,

Nayaswami Devi