7 de Mayo de 2021

La pandemia en la India ha creado una situación que es desgarradora en términos de sufrimiento humano y asombrosa en su número. Muchas fuentes acreditadas dicen que las estadísticas reportadas de 400,000 nuevos casos de COVID-19 y 3,000 muertes por día son en realidad muchas veces más bajas que las cifras reales.

Sin embargo, lo que realmente me trae esta situación a casa son las cartas y los mensajes de texto de nuestros amigos en la India. Esta mañana recibimos uno del líder del centro de Ananda en Bangalore, en el que escribió: “La situación aquí es asombrosa. Casi todos los miembros de nuestra comunidad tienen un amigo, pariente, compañero de trabajo o alguien cercano que tiene COVID-19, se está recuperando en el hospital o ha fallecido “.

Y de un líder del grupo Ananda en Mumbai: “Hoy hicimos otra Ceremonia de Ascensión Astral. . . . Quince muertes más dentro de nuestra familia y amigos de Ananda desde el domingo pasado “.

Incluso mientras lloramos por y con nuestros amigos, creo que todos nos preguntamos: “¿Por qué está sucediendo esto?” Se pueden señalar los errores cometidos por los líderes políticos y las terribles consecuencias de la pobreza y la superpoblación, pero también debemos buscar razones más profundas detrás de lo que está ocurriendo en la superficie.

Swami Kriyananda ha dicho que la India es el gurú del mundo. A través de su búsqueda de la verdad última, los sabios de la India a lo largo de los siglos nos han dado la ciencia del yoga, el modelo de la relación gurú-discípulo y la filosofía vedántica en toda su profundidad.

Ahora es el momento de que la gente de todo el mundo reflexione sobre las enseñanzas de la India de que este mundo material, que parece tan real, es solo maya, una ilusión. La luz de la conciencia de Dios, de la que han surgido nuestras almas, es la única realidad verdadera y duradera.

En el Bhagavad Gita, cuando Arjuna se lamenta por aquellos que morirán en la batalla inminente, Krishna lo consuela con estas hermosas palabras:

“Con palabras de amor (y aparente sabiduría) has estado afligido por aquellos que no merecen ningún lamento. Los sabios no lloran ni por los que viven en la tierra ni por los que la abandonan. . . .

“El Sí mismo residente es siempre inmutable, imperecedero y sin limitación. Solo estas vestiduras carnales pueden ser destruidas. . . .

“Ese Ser no nace ni perece. Autoexistente, continúa su existencia para siempre. Es sin nacimiento, eterno, inmutable y siempre el mismo “.

En la Autobiografía de un yogui de Paramhansa Yogananda, leemos página tras página sobre la irrealidad de la muerte. En historias emocionantes, cuenta la resurrección física después de la muerte de su gurú, Sri Yukteswar, y a su vez de su gurú, Lahiri Mahasaya. El primero de este linaje espiritual, Babaji, es un maestro inmortal que ha elegido permanecer en un cuerpo físico durante este ciclo de tiempo para guiar y elevar a la humanidad.

El Maestro también relata allí su propia visión inusual con respecto a la muerte. Mientras estaba en Calcuta, en la casa de su padre, Yoganandaji reflexionaba con tristeza sobre el gran número de muertes que ocurrieron en los campos de batalla de Europa durante la Primera Guerra Mundial. De repente, su conciencia se trasladó al cuerpo del comandante de un acorazado sitiado. Una bala le atravesó el pecho y cayó muerto.

“Por fin me ha alcanzado el misterioso paso de la Muerte”, pensó. De repente, se encontró una vez más sentado en postura de loto en la casa de Calcuta. Con alegría, se dio cuenta de que estaba vivo en un cuerpo libre de heridas. Sin embargo, apenas había comenzado a regocijarse, cuando para su desconcierto se encontró una vez más en el cuerpo del capitán muerto.

“Señor”, oró, “¿estoy vivo o muerto?”

Una luz deslumbrante llenó el horizonte. Las palabras salieron: “¿Qué tiene que ver la vida o la muerte con la Luz? A imagen de Mi Luz te he hecho. Las relatividades de la vida y la muerte pertenecen al sueño cósmico. ¡Contempla tu ser sin sueños! ¡Despierta, mi niño, despierta! “

¿Qué consuelo podemos encontrar aquellos de nosotros que hemos perdido seres queridos? Por supuesto, lloraremos por ellos como lo hizo el Maestro de niño, cuando murió su madre. Pero más allá de esa pérdida está la promesa de que nuestras almas estarán unidas para siempre en Dios.

Yoganandaji escribió un hermoso poema en prosa titulado “Conquistando el miedo a la muerte: la respuesta divina del joven moribundo”. Habla de un joven amado que está mortalmente enfermo. Su familia solloza, rogándole que se quede, pero él responde con alegría: “Tú lloras por mí lágrimas oscuras, lamentando tu inminente pérdida en mí, pero yo lloro por ti, lágrimas de gozo y alegría, porque voy delante de ti, sí, por tu propio bienestar también: encender velas de sabiduría todo el tiempo. Allí te esperaré, para darte la bienvenida a mi lugar de eterna libertad con mi único Amado y el tuyo “.

Entonces, amigos míos, ¿por qué sucede esto? Quizás para recordarnos que la luz y el amor de Dios son las únicas realidades es este mundo de sombras. El sufrimiento de la pandemia pasará, pero el dolor y el sufrimiento volverán con otro atuendo. La única salida duradera es disolverse en la luz de Dios.

Busquemos consuelo en Su eterna seguridad. Nos dará fuerza para servir a los necesitados. Como escribió mi amiga de Bangalore en su carta: “Esta situación ha unido a tantas personas de toda la India. Es la espiritualidad y la profundidad de la India lo que está brillando durante este tiempo de horror. Todos están ayudando de alguna manera, grandes o pequeños. La gente de todo el mundo está dando un paso adelante y es desinteresada y creativa para ayudar a su país “.

Con pensamientos y oraciones amorosas.

Nayaswami Devi