7 de Octubre de 2022
Mi principal campo de estudio en la universidad fue la antropología cultural. Uno de mis profesores compartió algunas experiencias interesantes que tuvo durante un año en el que vivió con una tribu remota en Nueva Guinea. Estas personas eran tan inaccesibles que nunca antes habían visto a un occidental.
Al principio simplemente lo ignoraban o lo miraban con recelo, como si fuera una nueva variedad de serpiente o sapo albino. Después de semanas de tal tratamiento, se retiraba a su tienda, leía a Shakespeare y trataba de afirmar: “Soy un ser humano educado e inteligente que forma parte de una civilización avanzada”.
Poco a poco la gente de la tribu vio que él no les quería hacer daño y le permitieron entrar en su vida diaria. A medida que comenzó a aprender su idioma y cultura, se dio cuenta de que lo habían estado llamando todo el tiempo “Pink Man”( Hombre Rosa )
Después de que pasó más tiempo, ya no tenía que afirmar quién había sido, sino que podía aceptar que ahora era una versión diferente de sí mismo. Después de un año, “Pink Man” regresó a su universidad y escribió una etnografía de la tribu que le abrió los ojos a otra visión del mundo y ayudó a cambiar la forma en que pensaba sobre sí mismo.
Considerando la experiencia del profesor, me di cuenta que lo que me interesaba no eran tanto las costumbres y lenguas de otros pueblos, sino la oportunidad de ampliar la autodefinición sumergiéndonos en una realidad diferente. Afortunadamente, Dios me mostró una mejor manera de hacer esto a través del camino espiritual y el discipulado.
La autotransformación interna nunca es fácil, no importa cómo la enfoques. Al tratar de trascender las autolimitaciones y las viejas formas de pensar, nos encontramos aferrándonos a lo familiar, incluso si ya no sirve para nuestras aspiraciones.
En la incomparable explicación del Bhagavad Gita de Paramhansa Yogananda, nos dice que los desafíos que enfrenta Arjuna antes de la batalla de Kurukshetra son alegóricos. Cada personaje, amigo o enemigo, simboliza una cualidad interna que vive dentro de cada uno de nosotros.
Los del lado opuesto, los Kauravas, son sus parientes y mentores, aunque representan cosas como el deseo material, el ego, los hábitos y el apego. Mientras el gran guerrero Arjuna examina al ejército de Kaurava antes de que comience la batalla, se desalienta, deja caer su arco y le dice a su auriga, Krishna: “Estos son mis parientes. No puedo matarlos. Por lo tanto, no pelearé”.
Yoganandaji explica que esta es la batalla interna que todos debemos enfrentar. Tememos matar viejos patrones y hábitos, porque no estamos seguros de en quiénes nos convertiremos cuando lo familiar desaparezca. Sin embargo, a menos que emprendamos la lucha, nunca podremos descubrir nuestro propio Ser superior.
En el resto del Gita, Krishna le explica a Arjuna que el verdadero Ser nunca se pierde, sino que a través del esfuerzo espiritual, su energía se transmuta en una expresión superior. “El alma nunca
se toca; es inmutable, omnipresente, tranquila, inquebrantable; su existencia es eterna.” (Capítulo 2:24)
Al entrar Jyotish y yo en nuestro segundo mes de viaje a los centros de Ananda en Italia e India, el proceso de transformación personal y dejar ir lo familiar es algo que enfrentamos a diario. Qué alegría ofrecerse al proceso, dejando que Dios nos guíe hacia la libertad interior.
Ya sea a través del ejemplo de “Pink Man” superando el miedo a la pérdida de la identidad propia, o Arjuna trascendiendo la reticencia a luchar contra las viejas tendencias mentales, debemos dar un salto de fe. Es al rendirnos a Dios cuando vamos más allá de nuestras limitaciones y encontramos quiénes y qué somos realmente: una chispa de lo Divino.
Con alegría,
Nayaswami Devi
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