12 de Mayo de 2023
Recientemente nos llegó una conmovedora cita de Buda: “Al final sólo importan tres cosas. Cuánto amaste, con cuánta dulzura viviste y con cuánta gracia dejaste ir las cosas que no eran para ti”.
A menudo vivimos encerrados en metas y deseos centrados en nosotros mismos. Sin embargo, a medida que nos alejamos de esta
encarnación, hay que renunciar a las metas y desechar los deseos. Esos deseos que no abandonamos nos arrastrarán inevitablemente
de vuelta a otra encarnación, y a otra, y a otra. La solución es encantadoramente simple: Expandir la energía de nuestro corazón
dirigiéndola hacia Dios y el beneficio de los demás.
Paramhansa Yogananda explicó que el corazón es el centro del elemento primordial del sentimiento (chitta). Añadió que percibimos
y respondemos al mundo principalmente a través del sentimiento y no del intelecto. En última instancia, para encontrar la liberación
debemos aquietar la mente y, especialmente, neutralizar los remolinos de gustos y disgustos.
La energía de la “estación de conmutación” del corazón busca constantemente la satisfacción. Esta búsqueda puede llevarnos
hacia apegos mundanos y experiencias sensoriales, o hacia la alegría divina de Dios. Cuando nuestra energía se canaliza hacia
abajo y hacia el exterior, nos exponemos a la ansiedad y la decepción. Como dijo Yogananda: “La ilusión siempre rompe sus promesas”.
Una de las mejores estrategias para canalizar la energía positivamente es pensar en el bienestar de los demás. Cuando emprendimos la labor de Ananda en San Francisco, pusimos en marcha un pequeño restaurante-librería. La encargada, una mujer soltera, tenía que cerrar la tienda a altas horas de la noche y luego tomar un autobús por una zona muy degradada de la ciudad. A menudo compartía el autobús con borrachos y drogadictos, y temía el viaje nocturno de vuelta a casa.
Cuando ella le explicó su dilema a Swami Kriyananda, él exploró primero las soluciones habituales: ¿Podría conducir hasta su casa?
¿Podría tomar un taxi? ¿Podría llevarla otra persona? Todas resultaron poco prácticas o demasiado caras.
Swami dijo: “Muy bien, entonces, te sugiero que hagas esto: Cuando subas al autobús, elige a una persona que parezca necesitar ayuda y reza por ella durante todo el trayecto. Si esa persona se baja, elige a otra”.
Dos semanas después le dijo a Swamiji que el viaje en autobús a casa se había convertido en su parte favorita del día. Sus oraciones por los demás habían cambiado la energía de su corazón del aislamiento y el miedo a la conexión y la alegría.
El amor es fundamental, pero casi igual de importante es la gratitud. Al agradecer las circunstancias y las personas de nuestra vida, abrimos un flujo positivo de energía desde el corazón hasta el ojo espiritual. Es prácticamente imposible albergar negatividad cuando nos sentimos agradecidos. No tenemos que expresarlo exteriormente, simplemente podemos permitir en silencio que el sentimiento de agradecimiento resuene en el corazón. Empieza agradeciendo las cosas que son fáciles de aceptar. Luego,
entrénate también para sentir agradecimiento por las situaciones difíciles.
Paramhansa Yogananda escribió: “Enséñame a contemplar todo lo que ocurre en mi vida con una actitud complacida e interesada, de
modo que al final de cada episodio, por triste o difícil que sea, pueda exclamar: “¡Ah, ha sido un buen espectáculo”, lleno de
emoción, suspenso y excitación! Me alegro de haberlo visto, y he aprendido mucho de él para mi propio beneficio”.
Si nos resulta difícil mantener una actitud tan elevada, al menos podemos esforzarnos por conseguirlo. Hace algunos años, mientras
atravesaba un periodo difícil, escribí una afirmación que me ayudó:
Estoy agradecida por mi vida tal como es.
Doy gracias por este día;
Agradezco cada hora.
Gracias, Dios. Gracias, Dios.
Tenemos el potencial de expandir nuestro corazón y dejar que se convierta en un canal para el infinito amor de Dios. Si nos esforzamos al máximo, podremos enfrentarnos a nuestra revisión final y decir: “Amé mucho, viví con dulzura y dejé ir con gracia
aquellas cosas que me alejaban de Ti, Señor”.
En amor y gratitud,
Nayaswami Jyotish
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