21 de Mayo de 2021

Hay una historia poderosa de la vida de Paramhansa Yogananda sobre la importancia de superar nuestros gustos y disgustos. Tuvo lugar en una ceremonia especial en la que le dio a una estudiante una rosa roja para que se la pusiera. “Pero no quiero una rosa roja”, protestó. “Quiero una rosa”. El Maestro le respondió enérgicamente: “Lo que yo doy, lo tomas tú”.

Parafraseando las palabras del Maestro, Swami Kriyananda nos escribió en 1976, justo después de que el incendio forestal destruyera todas nuestras casas en Ananda Village. “Me conmovió tanto el espíritu de todos. Es admirable y ciertamente agradable a Dios. Creo que muchas bendiciones fluirán de ella y de esta difícil experiencia. Me sentí particularmente triste por ti, Devi, que te hicieran una prueba así tan pronto después de tener a tu bebé. [Nuestra casa fue destruida once días después del nacimiento de nuestro hijo.] Pero luego, lo que Dios da, nosotros lo tomamos. Él tiene su propio programa para nuestro crecimiento espiritual “.

Lo que Dios da, nosotros lo tomamos. Vivir con total aceptación de esta verdad nos libera de la espiral descendente del interés propio centrado en el ego que nace de nuestros gustos y aversiones. El sabio Patanjali, en sus Yoga Sutras, ofrece esta definición clásica de yoga, o unión: “Yogas chitta vritti nirodha” —Yoga es la neutralización de las ondas del sentimiento.

El ego limitado nos dice constantemente: “Quiero esto, no aquello: esta situación, no esa; este resultado, no ese; esta persona, no esa “. Reaccionar a la vida de acuerdo con nuestros gustos y disgustos nos mantiene atados para siempre a la ilusión de que las cosas en el mundo material tienen la capacidad de hacernos felices o tristes.

Pero cuando, a través de la meditación, comenzamos a aquietar estos sentimientos nacidos del ego, nos damos cuenta de una nueva comprensión: ahora somos, y siempre hemos sido, parte de una realidad mucho mayor: el gozo incondicionado de Dios. Nuestra consciencia de esto ha estado limitada sólo por nuestro encaprichamiento con la limitación.

Mira el sufrimiento en el mundo que nos rodea ahora, y tal vez en tu propia vida. En lugar de alejar las dificultades, o agitar el puño con enojo ante un Dios indiferente, trata de ver todo como proveniente de una Madre Divina amorosa para tu crecimiento espiritual. Cada prueba, si se enfrenta con la actitud correcta, se convierte en una bendición para acercarnos más a Dios.

Aquí hay dos sugerencias que pueden ayudarte a superar la tendencia a actuar de acuerdo con tus gustos y disgustos. En primer lugar, cuando se te ofrece la posibilidad de elegir un curso de acción, no te preguntes: “¿Qué es lo que quiero?”. sino más bien, “¿Qué quieres, Dios?” Si tienes el coraje y la honestidad para seguir adelante desde una perspectiva ampliada, te encontrarás tomando decisiones muy diferentes que, en última instancia, funcionarán para mejor.

En segundo lugar, cuando surjan situaciones difíciles sobre las que no tienes control, no te lamentes de tu destino ni trates de evitar el problema. Acepta interiormente que la prueba ha venido de Dios y pregunta: “¿Qué debo aprender de esto? ¿Dónde está la bendición escondida? “

Después del incendio forestal en Ananda Village, llegué a ver la bendición de perder todo lo que teníamos: darme cuenta de que mi seguridad no provenía de cosas externas, sino de la presencia de Dios en mi vida. De ese entendimiento surgió una fuerza y ​​una paz que se han mantenido conmigo a través de muchas pruebas a lo largo de los años.

Para citar nuevamente la carta de Swamiji: “Si nos ponemos sin reservas en las manos de Dios, Él nos demuestra abundantemente cuán infalible es Su amor por nosotros”.

Con gozo en Dios y Gurú,

Nayaswami Devi